Comentario
Capítulo décimo
De la orden que guardavan en sacar la lumbre nueva en el año 52, y todas las cerimonias que para sacarla hazían
Está arriba declarado que encima de la sierra de Uixachtlan solían hazer fuego nuevo. Y la orden que tenían en ir hazia aquella sierra es ésta: que en la vigilia de la dicha fiesta, ya puesto el sol, se aparejavan los sacerdotes de los ídolos y se vestían y componían con los ornamentos de sus dioses, es a saber, de Quetzalcóatl o de Tláloc, etc.; ansí que parecía que los mesmos dioses eran. Y al principio de la noche empeçavan a caminar poco a poco y muy despacio, y con mucha gravedad y silencio; y por esto dezían teunenemi; quiere dezir "caminan como dioses". Partíanse de México y allegavan a la dicha sierra ya casi cerca de medianoche; y el dicho sacerdote del barrio de Copolco, cuyo oficio era de sacar lumbre nueva, traía en sus manos los instrumentos con que se sacava el fuego, y desde México, por todo el camino, iva provando la manera con que fácilmente se pudiesse hazer lumbre.
Venida aquella noche en que havían de hazer y tomar lumbre nueva, todos tenían muy grande miedo y estavan esperando con mucho temor lo que acontecería; porque dezían y tenían esta fábula o creencia entre sí: que si no se pudiesse sacar lumbre, que habría fin el linaje humano, y que aquella noche y aquellas tinieblas serán perpetuas, y que el sol no tornaría a nacer o salir, y que de arriba vernán y decendirán los tzitzimitles, que eran unas figuras feíssimas y terribles, y que comerán a los hombres y mugeres, por lo cual todos se subían a las açoteas, y allí se juntavan todos los que eran de cada casa, y ninguno osava estar abaxo. Y las mugeres preñadas, en su rostro o cara ponían una carátula de penca de maguey, y también encerrávanlas en las troxes, porque temían y dezían que si la lumbre no se pudiesse hazer, ellas también se bolverán fieros animales y que comerán a los hombres y mugeres. Lo mesmo hazían con los niños, porque poníanles la dicha carátula de maguey en la cara, y no los dexavan dormir poco ni mucho; y los padres y las madres ponían muy gran solicitud en despertarlos, dándoles a cada rato rempuxones y bozes; porque dezían que si los dexassen a ellos dormir, que se havían de bolver y hazer ratones.
De manera que todas las gentes no entendían en otra cosa sino en mirar hazia aquella parte donde se esperava la lumbre, y con grande cuidado estavan esperando la hora y momento en que havía de parecer y se viesse el fuego. Y cuando estava sacada la lumbre, luego se hazía una hoguera muy grande para que se pudiesse ver desde lexos. Y todos, vista aquella luz, luego cortavan sus orejas con navajas y tomavan de la sangre que salía, y esparzíanla hazia a aquella parte de donde parecía la lumbre; y todos eran obligados a hazerlo, hasta los niños que estavan en las cunas, porque también les cortavan las orejas, porque dezían que de aquella manera todos hazían penitencia o merecían. Y los ministros de los ídolos abrían el pecho y las entrañas del captivo con un pedernal agudo como un cuchillo, según está dicho arriba.